miércoles, 10 de febrero de 2016

Informe sobre el aumento en los precios de los alquileres en la Ciudad (2010-2015)

Por Gustavo Quintulen, Inquilinos Agrupados

Introducción

Este breve informe analiza de forma sucinta las tasas de variación porcentual de los precios de los alquileres en los últimos 6 años en la ciudad, y los compara con las respectivas variaciones en el coeficiente de variación salarial y en el índice de inflación, ambos publicados por el INDEC. El objetivo es comparar el aumento en el costo del alquiler para los inquilinos, el aumento en el nivel general de precios, y el efecto en el poder adquisitivo del salario. Se concluye con algunas propuestas para analizar más detalladamente a futuro.

Inflación y especulación

Según los datos publicados por el INDEC, combinados con estadísticas de la Ciudad, informes de prensa, y estadísticas propias -que surgen de los reclamos que llegan a Inquilinos Agrupados-, desde el 2010 en adelante, la inflación oficial por año ha sido en todos los períodos muy inferior al aumento anual en los precios de los alquileres. Incluso en el 2015, cuando hasta los índices mensuales del “IPC-Congreso” habían mermado –a excepción de diciembre, post-devaluación-, los aumentos promedio de los alquileres en la Ciudad superaron el 35%, dejando muy atrás a los índices inflacionarios más pesimistas.

Tabla: aumento promedio en los índices precios al consumidor y en los precios de alquiler



Fuente: INDEC; Inquilinos Agrupados.

Como se analiza en el tabla y en el gráfico, los números del INDEC en cuanto a inflación son inferiores en todos los periodos con respecto al aumento promedio en el alquiler, con una brecha entre ambos índices que solo se agranda año a año, como consecuencia de los aumentos proporcionalmente mayores en los precios de los alquileres en la Ciudad (el precio del alquiler aumenta más que la inflación), generando una pérdida constante del poder adquisitivo de los trabajadores, que son quienes más alquilan. Es necesario considerar que las estadísticas no incluyen a las expensas en los precios de alquiler, que en la mayoría de los casos elevan dicho precio hasta un 30% -monto que también está a cargo del inquilino-, y cuyos aumentos se dan con una periodicidad arbitraria, y sin un tope legal.


.Grafico comparativo entre la variación del índice de precios del INDEC y la variación del aumento promedio en los precios de los alquileres (Año 2010 al 2015). Fuente INDEC, Inquilinos Agrupados.

Algunos números de la Ciudad

En la ciudad conviven aproximadamente 2.890.151 habitantes. Del total de hogares, el 32% alquila su vivienda de manera formal, y el 10,5% ocupa de manera irregular la vivienda. La tasa de empleo ronda el 60%, con una informalidad cercana al 30%, y una subocupación o desocupación del 10%.
Si tenemos en cuenta que el ingreso promedio mensual de los asalariados formales es de alrededor de $9000 en 2015, notamos que un alquiler cercano a los $4500 mensuales (vivienda de 2 ambientes), más los gastos en expensas y servicios, significan alrededor de un 60% de un solo ingreso promedio, con lo cual se hace casi imposible alquilar si no se cuenta con dos o más ingresos. Esta estimación empeora si tenemos en cuenta a ese 30% de trabajo informal que en muchos casos no percibe ni el salario mínimo vital y móvil ($6060 en 2015).

Según el censo 2010, del total de hogares inquilinos, un 6% (70.000) son viviendas deficitarias. Los datos muestran que un 10% de los hogares en la ciudad vive en condición de hacinamiento (con 2, 3 y más personas conviviendo en un cuarto).

Existen, según el último censo, 343.443 hogares en condición de inquilinos, de los cuales el 90% se alquilan a través de inmobiliarias. Teniendo en cuenta que los contratos celebrados tienen un plazo mínimo de 2 años, podemos estimar que cerca de la mitad de estos alquileres se firmaron en un año (150.000), esto es alrededor de 580 contratos diarios (considerando solo días hábiles de la semana).
Según la ley de la ciudad N°2340, art. 57, el monto máximo a cobrar al inquilino en concepto de honorarios no puede superar el 4,15% del valor total del contrato. Sabemos que, por “usos y costumbres”, las inmobiliarias en la ciudad cobran alrededor del 6% hasta el 10% a la hora de firmar contratos de locación de viviendas, obviando de forma unilateral lo establecido por ley. El 4,15% del valor total del contrato equivale a aproximadamente un mes alquiler, y las inmobiliarias le exigen al inquilino abonar  2 meses de alquiler en concepto de comisión. Si tomamos un valor promedio de $5000 pesos en los precios de alquiler de una vivienda de 2 ambientes, podemos concluir que las inmobiliarias recaudan casi $3.000.000 diarios en concepto de comisiones indebidas.
  
Especulación 2016

Al finalizar el 2015, el cambio de gobierno y la consecuente devaluación del 40% del peso argentino, dieron vía libre a la especulación inmobiliaria, cuyos aumentos en los precios de los alquileres sigue superando los índices de inflación más altos, en un contexto de estabilidad de los precios en dólares del metro cuadrado, que si bien han aumentado a partir de la salida de la convertibilidad, se han mantenido estables en el último trienio (solo se han incrementado en aquellas zonas con viviendas de lujo, destinadas a los sectores de mayores ingresos, como Puerto Madero).

Este comportamiento especulativo comenzó a verse meses antes de que efectivizara la devaluación, a través de la firma de prórrogas de unos pocos meses, con el claro objetivo de elevar los precios luego de la salida del cepo.

Elaborando nuestras propias estadísticas con los reclamos que recibimos en IA, pudimos constatar que los aumentos en los precios de los alquileres que deberán afrontar los vecinos de la ciudad en el 2016 rondan el 46%, y en algunos casos llegan al 60%. A estos aumentos hay que sumarle, como ya se mencionó, los aumentos discrecionales en las expensas - nunca del todo claras- que debe pagar el inquilino.

Es necesario volver a recalcar que los altos costos de alquiler ocupan alrededor del 50% de los ingresos totales del hogar, lo que significa que hace falta más de un salario para poder alquilar una vivienda, y con los aumentos en los servicios de energía eléctrica y demás servicios (ABL, gas, etc.), se torna casi imposible mantener cierto nivel de consumo familiar, y queda en evidencia la pérdida en el poder adquisitivo del salario de los trabajadores, que ya venía siendo afectado por la inflación y por los aumentos en los alquileres de los últimos años.

Conclusión

La falta de regulación del sector inmobiliario hace que el mismo se comporte como un cartel a la hora de formar precios, aprovechando una oferta artificialmente restringida por ellos mismos, con el fin de elevar los precios y obtener -lo que se llama en economía- todo el “excedente del consumidor”. Esto significa que ante el aumento creciente de la demanda, el sector “subasta” el alquiler de la vivienda al mejor postor, acordando con quien esté dispuesto a pagar más por ella.

Está claro que esta “libertad” de mercado en un sector casi monopólico a la hora de formar precios, donde la demanda de vivienda ha venido creciendo de forma constante en la última década (acompañando al crecimiento del empleo, del consumo y de la economía en general), ha servido para enriquecer a un sector concentrado por grandes propietarios que aprovecharon la bonanza económica para especular con la creciente demanda de un bien tan necesario como es la vivienda.

Hay que tener en claro que cuando el valor de la tierra se encarece de forma artificial, también se encarece toda la actividad económica que se realice sobre ella. Es decir, cuando aumenta el precio de los alquileres, hay muchos motivos para suponer que los comerciantes que alquilan intentarán recuperar sus ganancias elevando los precios de los bienes que comercian, y que este comportamiento generalizado se convertirá en inflación.

Esto es crucial, ya que si consideramos que los contratos se firman por dos años -con indexaciones ocultas que superan la inflación- y tenemos en cuenta que uno de los objetivos del macrismo es reducir los niveles de inflación en los próximos años, hasta llegar a un dígito (con la consecuente caída en salarios, consumo y empleo), se tornará aun mas difícil hacer frente a los pagos mensuales de alquiler que estarán totalmente desfasados con respecto a la inflación.

La consecuencia de la ausencia del Estado en un sector que comercia con un derecho tan importante, es la enorme dificultad económica que atraviesan los inquilinos para acceder a una vivienda digna. El resultado en números son los altos precios que deben pagar quienes alquilan para sobrevivir en la ciudad (aumentos de al menos 30% anuales), la cantidad de viviendas vacías en la ciudad (más de 300.000), y la cantidad de hogares con necesidad de vivienda (170.000 familias). Los casi 3 millones de pesos diarios en conceptos de comisión cobrada de forma ilegal por el conjunto de las inmobiliarias; los aumentos discrecionales en los precios de alquiler y en expensas inventadas; la precariedad en las condiciones habitacionales de una gran parte de la población; y el comportamiento especulativo sin límite son prácticas que deben impedirse desde el Estado, y en el menor plazo posible, si se quiere lograr algún tipo de estabilidad no solo en sector inmobiliario, sino en la economía en general.

Por eso, no basta con estimular la demanda de vivienda a través del abaratamiento del crédito hipotecario, porque así solo aumenta la demanda, y con la oferta restringida, lo único que se logra es que aumenten aún más los precios de la tierra. Es necesario articular políticas de oferta, para estimular la puesta en el mercado de los inmuebles desocupados, y mejorar así la distribución de las viviendas entre los hogares, a precios más accesibles; y es fundamental legislar el mercado inmobiliario, para asegurar contrataciones justas al momento de alquilar evitando las clausulas abusivas y  aumentos indiscriminados de precios guiados por índices especulativos de inflación.

Fuentes: INDEC; Estadística y Censo de la Ciudad; Diagnóstico socio-habitacional de la ciudad de Buenos Aires (Consejo económico y social, 2013).





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